lunes, 22 de octubre de 2012

Las sustancias adictivas y su consumo septima parte

Clasificación


Estimulantes: cocaína, anfetaminas.
Depresores o sedantes: alcohol, barbitúricos (butisol, amytal, etc.)
Narcóticos: opio, morfina, heroína.
Alucinógeno: LSD, marihuana, peyote, hongos.
Solventes: thinner, pegamento, gasolina, aerosol, quita esmalte.

Anfetaminas

El consumo de este excitante está ampliamente extendido y distribuido por todas las clases sociales. A diferencia de lo que sucede con la cocaína que la consumen preferentemente los sectores medios y altos, las anfetaminas son consumidas tanto por ejecutivos que pretenden sobreexcitación como por amas de casa que buscan un anoréxico para sus dietas o por estudiantes que preparan exámenes. Al incidir en el sistema ortosimpático causan hipertensión, taquicardia, hiperglucemia, midriasis, vasodilatación periférica, hiperpnea, hiporexia, etc. El estado de ánimo del adicto oscila entre la distrofia y la hipomanía, presentándose ansiedad, insomnio, cefalea, temblores y vértigo. Pueden aparecer cuadros depresivos y síndromes paranoides anfetamínicos. A dosis normales, sus efectos varían de acuerdo al individuo y las condiciones de ingesta. Pueden producir efectos placenteros, hiperactividad y sensación desbordante de energía, pero también causan temblor, ansiedad irritabilidad, ira inmotivada y repentina, trastornos amnésicos e incoherencia. En la última fase se describen depresión, cuadros paranoides y delirios paranoides, alucinaciones y trastornos de conducta. El consumo de anfetaminas puede conducir a actuaciones agresivas, al igual que los barbitúricos y el alcohol, por su gran efecto euforizante, unido a un descontrol en los instintos inhibitorios. Tales situaciones se producen cuando las dosis suministradas, generalmente por vía endovenosa, superan los 2 gr. Está demostrado un mayor potencial en las anfetaminas que en la cocaína, tanto en su punto más álgido como en la duración de los efectos. Reacciones muy graves se producen al consumirlas con barbitúricos en el conocido fenómeno de la pluritoxicomanía. Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión, ansiedad aguda y miedo. También pueden precipitar psicosis paranoide en sujetos no psicóticos. La psicosis anfetamínica desarrollada por el sujeto se asemeja a la psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica.







La anfetamina es un derivado químico de la efedrina, sintetizado por primera vez en 1887 por el químico rumano L. Edeleano, quien llamó al compuesto fenilisopropilamina. Las investigaciones preliminares se enfocaron en los efectos periféricos y encontraron que era una amina simpaticomimética con propiedades broncodilatadoras. Las acciones sobre el sistema nervioso central no fueron reportadas hasta 1933. En 1919, se sintetizó en Japón la metanfetamina; y en 1944, en los laboratorios de la corporación suizo-alemana Ciba-Geigy (precursora de Novartis), elmetilfenidato.

El uso médico experimental de las anfetaminas comenzó en los años veinte. La droga sería utilizada desde entonces por los militares de varias naciones, especialmente de la fuerza aérea, para combatir la fatiga e incrementar la alerta entre las milicias. En 1927, la habilidad de la anfetamina para elevar la presión sanguínea, contraer los vasos sanguíneos, y dilatar los pequeños sacos bronquiales, dio lugar a su comercialización, presentándose el inhalador Benzedrina. Poco tiempo después, apareció la dexanfetamina (Dexedrina). En 1938, se lanzó al mercado lametanfetamina (Methedrina) y, en 1954, el metilfenidato (Ritalin). Un reporte farmacéutico de 1946, listaba 39 desórdenes para los cuales la anfetamina era el tratamiento recomendado (Tyler, 1995). Las anfetaminas serían usadas para fines tan variados como la narcolepsia, la obesidad, la depresión,1 el TDAH en niños y adultos,2 el tratamiento de sobredosis por sedantes, e incluso la rehabilitación del alcoholismo y hábito de otras drogas.

La anfetamina ha sido utilizada como agente para mejorar el rendimiento, tanto físico (inaugurando el dóping deportivo), como intelectual (dóping cognitivo). La dispensación indiscriminada del producto, unida al desconocimiento público respecto de sus peligros potenciales y a la ausencia de un sistema idóneo de fármacovigilancia, desencadenó fenómenos de abuso y adicción. En 1971, la anfetamina fue sometida a control internacional en el marco de la Convención Internacional de Psicotrópicos.

Actualmente es una sustancia controlada sujeta a fiscalización, pero accesible en la mayoría de los países.


Química

La molécula de la anfetamina está emparentada estructuralmente con el alcaloide vegetal efedrina. Fue precisamente la efedrina, el sustrato usado inicialmente como reactivo para la obtención del nuevo compuesto. Como la efedrina, la anfetamina es también un agente con propiedades para imitar la acción de la hormona adrenalina (análogo adrenérgico) y activar el sistema nervioso simpático, es decir, se trata de una amina simpaticomimética. Sin embargo, la segunda molécula logra atravesar mucho más eficazmente la barrera hematoencefálica, lo que explica su capacidad distintiva de estimular el sistema nervioso central. Esto último habilita su clasificación como amina simpaticomimética de acción central

El entusiasmo derivado del hallazgo de este compuesto, dio lugar a su manipulación química, habiéndose síntetizado gran cantidad de variantes de la molécula. Estas iniciativas fueron acogidas de modo indiscriminado por la industria farmacéutica, que puso en circulación algunos agentes con mayor potencial tóxico, sin haberlos evaluado de manera idónea previamente. Algunos de estos agentes derivados de la anfetamina son la fenmetrazina, la metanfetamina y la parametoxianfetamina (PMA). Un ejemplo de estas políticas es el caso del Dexamyl, compuesto que se comercializó extensivamente en los años 1950 para tratar la depresión y los llamados trastornos funcionales. Se trataba de una fórmula mixta a base del estimulante dextro-anfetamina y del depresor babitúrico amibarbital.5 Cabe señalar que hasta los años 1960, los sistemas de regulación de producción, distribución y dispensación de medicamentos estaban en fase embrionaria, y la falta de controles habilitó la rápida proliferación de las nuevas sustancias, lo que en muchos casos suscitó desconfianza en el ciudadano común acerca este tipo de fármacos.

La anfetamina es una fenetilamina. Se trata de una molécula quiral, cuya configuración óptica puede presentarse en forma de enantiómeros activos dextrógiros y levógiros. La anfetamina o anfetamina racémica (d, l-anfetamina) es una mezcla equimolar de ambos isómeros ópticos. La dexanfetamina (dextro-anfetamina) y la levo-anfetamina, surgen de la separación del compuesto en sus dos configuraciones ópticas posibles. La levo-anfetamina tiene débil injerencia en los efectos clínicos de la anfetamina. La dexanfetamina (isómero óptico dextrógiro de la molécula) es responsable casi plenamente de la actividad farmacológica del compuesto.



En la actualidad, la presentación más popular consiste en un preparado a base de sales mixtas de anfetamina y dextroanfetamina, conocido por la marca Adderall, pero comercializado también como genérico. El propósito de esa fórmula es aprovechar las diferencias farmacocinéticas entre los distintos componentes, de manera que se promueva un efecto clínico más estable y duradero. El Adderall está compuesto en un 75% por anfetamina racémica, y en un 25% por dexanfetamina. Ambas bajo la forma de distintas sales (sacarato, sulfato, clorhidrato).

viernes, 12 de octubre de 2012

Las sustancias adictivas y su consumo Sexta Parte

Clasificación

Estimulantes: cocaína, anfetaminas.
Depresores o sedantes: alcohol, barbitúricos (butisol, amytal, etc.)
Narcóticos: opio, morfina, heroína.
Alucinógeno: LSD, marihuana, peyote, hongos.
Solventes: thinner, pegamento, gasolina, aerosol, quita esmalte.

Cocaína

La cocaína es un alcaloide contenido en las hojas del arbusto "Erythroxylon coca" siendo químicamente un derivado de la latropina. Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos similares a las anfetaminas. Además, es un enérgico vasoconstrictor y anestésico local, siendo absorbido por las mucosas nasales cuando se la aspira, se metaboliza en el hígado y se elimina por la orina. En la década de 1980, los experimentos sobre patrones de consumo y cantidades certificaron sus efectos sobre la adrenalina, muy relacionada con la agresividad. El consumo de esta sustancia se relaciona estrechamente con hechos delictivos y de violencia. En las dos útimas décadas hubo un enorme incremento en la cantidad de personas adictas a la cocaína, resaltándose como dato significativo la adicción simultánea a otras sustancias. Las consecuencias de su consumo son complejas, involucrando daños de muy diversa índole: cerebrales, sociales, familiares, medioambientales, etc.

La cocaína estimula el sistema nervioso central, actuando directamente sobre el cerebro. Sus efectos fisiológicos inmediatos son: sudoración, aumento en la potencia muscular, midriasis, incremento de actividad cardíaca y presión sanguínea, dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, convulsiones, aumento en el ritmo respiratorio y de la temperatura corporal. Estos síntomas pueden provocar la muerte por paro cardíaco o fallas respiratorias. Además se presentan irritaciones y úlceras en la mucosa nasal. Comúnmente causa congestión nasal, que puede presentarse o no con secreción liquida. El uso por vía inyectable expone al adicto a infecciones de SIDA, hepatitis B y C, tétanos y otras enfermedades infectocontagiosas. La infección con el HIV puede producirse por transmisión directa de virus al compartir agujas y otros dispositivos contaminados. Además, puede producirse indirectamente por transmisión prenatal a un niño cuya madre está infectada con el HIV. El uso y abuso de drogas ilícitas, incluyendo el crack y la cocaína, se ha convertido en el principal factor de riesgo de contagio con el virus HIV. Sumado a ello, la hepatitis C se está difundiendo rápidamente entre los adictos que se inyectan; el índice de infección varía entre el 65 y el 90 por ciento en este grupo de personas, de acuerdo al país. Hasta hoy, no se ha descubierto una vacuna contra el virus de la hepatitis C, y el único tratamiento disponible es caro, muchas veces infructuoso y con serios efectos colaterales.

La cocaína es una droga extremadamente adictiva, cuyos efectos se perciben en un lapso de 10 segundos y duran alrededor de 20 minutos. Actúa directamente sobre los centros cerebrales encargados de las sensaciones del placer. Dada su alta capacidad de producir daños y hasta destrucción celular, las sensaciones que eran placenteras en sujetos recién iniciados se convierten en efectos desagradables como agitación, llanto, irritabilidad, alucinaciones de tipo visual, auditiva y táctil, delirio paranoide, amnesia, confusión, fobias o terror desmedido, ansiedad, estupor, depresión grave y tendencias suicidas. Los efectos psíquicos reconocidos por la mayoría de los autores y recogidos en publicaciones recientes incluyen euforia, inestabilidad, aumento de la comunicación verbal y de la seguridad en uno mismo, inquietud, anorexia, insomnio e hipomanía. El adicto experimenta pérdida de interés e imposibilidad de sentir placer ante la falta de la sustancia. Así, la cocaína se convierte en el único objetivo y motivo en la vida del adicto, desplazando todo tipo de sentimientos. La relación con los fenómenos criminales es expresamente citado por los autores, asociándose su consumo a la predisposición al delito.

La cocaína es consumida por muy variados tipos de sujetos y motivos. Los consumidores ocacionales son sujetos con personalidades débiles e inestables que desarrollan una rápida dependencia psicológica. La adicción a la cocaína posee condicionantes que la desencadenan, que pueden ser el reforzamiento de una personalidad insegura, que recibe un apoyo en el estímulo del tóxico. En lugar de tratar este déficit patológico con antidepresivos o fármacos estabilizadores del estado de ánimo se recurre a una vía aparentemente rápida. Los adictos habituales presentan tolerancia y necesitan de mayores dosis para alcanzar iguales resultados. A ésto puede llegarse por causas diversas pero siempre relacionadas con factores familiares, sociales y ambientales determinantes. Dado que los efectos de la cocaína sobrepasan su punto álgido a los treinta minutos, el individuo precisa varias dosis durante el día para alcanzar cierta estabilidad emocional y evitar el efecto disfórico que la propia droga ocasiona luego de varias horas desde la ingesta.


jueves, 11 de octubre de 2012

Las sustancias adictivas y su consumo Quinta Parte

Clasificación

Estimulantes: cocaína, anfetaminas.
Depresores o sedantes: alcohol, barbitúricos (butisol, amytal, etc.)
Narcóticos: opio, morfina, heroína.
Alucinógeno: LSD, marihuana, peyote, hongos.
Solventes: thinner, pegamento, gasolina, aerosol, quita esmalte.

Inhalantes

Dentro de este grupo de sustancias pueden citarse:


1) adhesivos: colas, tolueno, xileno, acetona, benzoles, benzaldehido
2) aerosoles-sprays-gases: gases propelentes, óxido nitroso
3) cementos plásticos: hexano
4) solventes de pinturas y relacionados: petróleo, butano, trementina, aguarrás
5) líquidos para limpieza: xileno, benzol, éter de petróleo
6) anestésicos: éter etílico puro
7) combustibles: bencina, naftas
8) thinner: hidrocarburos halogenados
9) vasodilatadores: nitrito de amilo, nitrito de butilo; y muchas otras más.

El consumo de estas sustancias presenta graves problemas sanitarios. Sus consumidores son principalmente marginales, especialmente niños, aunque la adicción también se da con relativa frecuencia en ciertos grupos profesionales. Las edades más frecuentes del uso crónico de inhalantes son al principio o al final de la adolescencia. Esto se debe en parte a la invitación o presión por parte de los compañeros de escuela y amigos, curiosidad e ignorancia de los efectos tóxicos e inseguridad personal. Lo más importante es la ignorancia del problema en la casa y la negación de los padres de que sus hijos puedan tener este problema. Los motivos del consumo se deben a la curiosidad, aburrimiento, falta de estímulos, desarraigo y falta de pertenencia. En el caso de los profesionales, el contacto habitual con las sustancias puede crear una adicción involuntaria; la adicción voluntaria es menos frecuente, aunque no excepcional. Generalmente estos productos son fáciles de obtener y están al alcance del adicto, son muy baratos, y no precisan de instrumentos para su uso. Asimismo, no es necesario contactar a un criminal para obtenerlos. Su uso puede hacerse en cualquier lugar, son fáciles de esconder y difíciles de detectar. Otro factor muy importante es el desconocimiento de las consecuencias y peligros de su uso.

Estas sustancias se consumen en determinadas zonas rurales, como así también en ambientes marginales o de bajos recursos, donde son de las pocas drogas a las que tiene acceso fácil. Ello agrava el problema de una sustancia legal que es utilizada de forma incorrecta. La adicción a estas sustancias es el paso previo a otras drogas, llevando situaciones irreversibles. Esto suele ser desconocido tanto por la familia como por el entorno social, dado que estas sustancias pasan desapercibidas y no son relacionadas con adicciones. Hay tres grandes grupos de consumidores: 1) niños y adolescentes de poblaciones marginadas que consumen en grupo; 2) adultos que acceden al químico por su profesión o por asociación con grupos de personas con hábitos similares; 3) adultos marginales que inhalan las sustancias al igual que los niños, pero en solitario. El aspecto familiar es determinante para entender el fenómeno, habiéndose constatado cómo los inhaladores también presentan problemas con el alcohol, siendo de una clase social media baja y baja, y con problemas de abandono familiar.

El uso continuado provoca dependencia psíquica, creando una situación de necesidad de ingesta similar a otras drogas. A consecuencia de la rápida distribución por los pulmones, el inicio de la intoxicación es inmediato. Se relaciona el consumo de estas sustancias con conductas criminales y autodestructivas. La sensación de euforia primero y aturdimiento después, habitual con estos tóxicos, conlleva una perturbación psíquica grave que altera la inteligencia y la percepción. Está acreditado el fenómeno de la tolerancia respecto de los efectos en el sistema nervioso central, mientras que la dependencia física es discutida. El nivel de inteligencia disminuye, haciendo frecuentes los problemas escolares. Se presentan cambios y descuido en la apariencia física, falta de higiene, falta de atención, alteración de la memoria, disminución de la capacidad de abstracción y razonamiento, personalidad antisocial, agresividad, depresión, ataques de pánico, ansiedad y alucinaciones con trastorno en el juicio crítico y la percepción. Se presentan ataxia, oraciones incoherentes y precipitadas, diplopia, náuseas y vómitos. La interrupción de la inhalación, como así también una intensa aspiración, pueden provocar la muerte.

Son causales de dependencia psíquica, pudiéndose presentar psicosis tóxicas con daños cerebrales irreparables. Los inhalantes producen una fácil sugestionabilidad, dándose experiencias alucinatorias colectivas, lo que da ejemplo de la complejidad de la intoxicación. También provoca sentimientos paranoides y excitación sexual. Se considera que la embriaguez por inhalantes es de mayor gravedad que la alcohólica, a pesar que los efectos de la intoxicación no son muy prolongados.

Uno de los inhalables adictivos más difundidos es el tolueno, sustancia presente en cierto tipo de pegamentos para cueros, gomas, cauchos, corchos, cartones, etc. Los efectos agudos acostumbran a durar entre 30 y 45 minutos. Las consecuencias psico-perceptivas del consumo de este tipo de sustancias es alarmante, presentándose cuadros de exaltación, alucinaciones visuales, auditivas y táctiles, como así también ilusiones catatímicas.

El pegamento plástico y los correctores ortográficos contienen químicos adictivos, siendo muy utilizados por menores y adolescentes, habiendo aumentado considerablemente su consumo en los últimos años. En un principio, las primeras ingestas suponen un estado de euforia o subida del ánimo, pero tras instalarse la tolerancia que se desarrolla tras semanas o meses los consumidores habituados deben inhalar varios tubos de sustancia para alcanzar el efecto deseado. La intoxicación se caracteriza por euforia, excitación, sensación flotante, vértigo, habla farfullante y ataxia. La inhalación va acompañada de pérdida de inhibición con sensación de fuerza y capacidad no reales. La intoxicación otorga agresividad, euforia, exaltación y situaciones violentas, por lo que se potencian las posibilidades de comisión de delitos, a lo siguen, al igual que con el alcohol, periodos de amnesia donde el adicto no recuerda absolutamente nada de lo acaecido durante la intoxicación. En ocasiones aparecen alucinaciones visuales que pueden llegar a durar varias horas, lo que demuestra su gran potencial perturbador. Todos ello hace recomendable que padres y docentes realicen un control y seguimiento en la utilización de pegamentos y correctores ortográficos.

Los síntomas y efectos pueden ser muy variados, dependiendo del tipo de sustancia química y de la cantidad inhalada o aspirada. Frecuentemente hay olor o aliento a sustancias químicas, irritación de nariz, labios, boca o piel, manchas de sustancias químicas o pintura en la nariz, boca, manos y/o en la ropa. Los ojos suelen estar enrojecidos, algunas veces con movimientos oculares laterales rápidos involuntarios (nistagmus). Los efectos inmediatos son: mareos, somnolencia, pérdida del equilibrio, falta de coordinación, embriaguez, temblores, alteración de la memoria, falta de concentración, lentitud de movimientos, lenguaje lento e incoherente. Puede seguir un estado de excitación, tensión muscular, aprensión, agitación, irritabilidad, cambios en la presión arterial y ritmo cardiaco. Se presentan cambios de conducta y personalidad, pudiendo presentarse casos de furia histérica y violencia verbal y/o física.

Debido a que el efecto dura de 15 a 45 minutos, el adicto tiende a inhalar nuevamente la sustancia tóxica. Pueden presentarse nauseas, vómitos y anorexia. Inmediatamente después del uso pueden presentarse convulsiones, estado de coma, y muerte súbita por arritmia, fallas cardíacas, asfixia, o accidente vascular cerebral. Luego de algunas horas, pueden desarrollarse acumulación de líquido e inflamación de los pulmones (edema pulmonar), hipoxia o anoxia, neumonías, convulsiones. El uso repetido o crónico deja daño permanente en el organismo: temblores, falta de coordinación, pérdida del sentido del equilibrio, reducción de la memoria e inteligencia, estados de depresión o psicosis, infartos cerebrales, trastornos del lenguaje y la memoria, epilepsia, trastornos en la sensibilidad y movimiento de las extremidades, daño al hígado y riñones, leucemia, bronquitis crónica, ceguera, sordera, daño cerebral permanente, problemas respiratorios crónicos.

Daños físicos que causan los químicos inhalables:

CEREBELO: es el centro de la mayoría de las funciones involuntarias del cuerpo. El abuso severo de inhalantes daña los nervios que controlan los movimientos motores, lo que resulta en pérdida de coordinación general. Los adictos crónicos experimentan temblores y agitación incontrolable.

CEREBRO: las sustancias inhalables afectan diferentes partes del cerebro, provocando alteraciones sensoriales y psicológicas. Los estudios indican que estas sustancias disuelven la capa protectora de mielina que envuelve a las neuronas, dañando la corteza cerebral y pudiendo derivar en muerte celular (irreversible). Esto acarrea cambios permanentes de personalidad, pérdida de la memoria, alucinaciones y problemas de aprendizaje.

CORAZÓN: el abuso de inhalantes puede resultar en "Síndrome de Muerte Súbita por Inhalantes". Las dos sustancias que más frecuentemente han causado estas muertes son el tolueno y el gas butano. El gas freón interfiere en el ritmo natural del corazón, causando paro cardíaco. Los nitratos de amilo y butilo también afectan el ritmo cardíaco.

HÍGADO: los compuestos halogenados, como el tricloroetileno (presente en pinturas en aerosol y correctores escolares líquidos) causan daño permanente a los tejidos hepáticos.

MÉDULA OSEA: se ha probado que el benzeno, componente de las naftas y gasolinas, causa leucemia.

MÚSCULOS: el abuso crónico de inhalantes causa desgaste de músculos, reduciendo el tono y su fuerza.

NERVIOS CRANEALES, ÓPTICOS Y ACÚSTICOS: el tolueno atrofia estos nervios, causando problemas visuales y pobre coordinación de los ojos. Además, destruye las células que envían el sonido al cerebro. Ello deriva en graves posibilidades de cegueras y sorderas.

NERVIOS PERIFÉRICOS: Inhalación crónica de oxido nitroso (propelente) y el hexano (presente en algunos pegamentos y combustibles) resulta en daño a los nervios periféricos. Los síntomas incluyen: adormecimiento de extremidades, calambres y parálisis total.

RIÑONES: el tolueno altera la capacidad de los riñones para controlar la cantidad de ácido en la sangre. Este problema es reversible cuando el consumidor no es crónico y el tolueno deja el cuerpo, pero con el uso repetido puede derivar en litiasis e insuficiencia renal.

SANGRE: Algunas sustancias como los nitritos y el cloruro de metileno (thinner de pintura), bloquean químicamente la capacidad de transportar el oxigeno en la sangre.

SISTEMA RESPIRATORIO: la inhalación repetida de pinturas en aerosol resulta en daño pulmonar. Casos de asfixia se han reportado cuando la concentración de solvente desplaza totalmente el oxigeno en los pulmones. Además se presentan graves irritaciones en las mucosas nasales y tracto respiratorio. Muchos químicos inhalables son potentes agentes causantes de cáncer.


lunes, 8 de octubre de 2012

Drogas: Padres Drogadictos.

Padres Drogadictos, como ayudar a los padres drogadictos, que actitudes tomar, como reconocer que nuestro/s padres se droga/n, datos a tener en cuenta para hablar y ayudarlos y toda la información para hijos de p
adres Drogadictos.

Un refrán muy conocido dice que las apariencias engañan. Y ese podría ser el caso del hijo de tu vecino o de la mejor amiga de tu hija. Ellos aparentan ser jóvenes perfectamente normales y que disfrutan de una vida alegre. Pero detrás de sus dulces rostros, guardan un gran secreto del cual sienten que no pueden hablar: mi mamá o mi papá es un alcohólico o drogadicto.

Cuando los jóvenes crecen en un hogar en el que uno de los padres abusa de sustancias controladas, pueden desarrollar problemas que potencialmente perduren toda su vida. Corren el riesgo de sufrir de depresión y ansiedad, a menudo carecen de destrezas sociales/interpersonales o de otro tipo y tratamienton una probabilidad mayor de desarrollar problemas de abuso de sustancias controladas que los jóvenes que no tratamienton un padre adicto.

Los jóvenes de padres que abusan de sustancias controladas también pueden sentirse aislados, avergonzados o temerosos de traer amigos de visita a su casa. Los expertos dicen que estos jóvenes necesitan adultos comprensivos que los ayuden, aunque sea sólo para conversar de la situación, demostrándoles que desahogarse al respecto no significa que estén traicionando a sus padres. Estos adultos de confianza (como parientes, amigos, maestros, entrenadores o el personal de enfermería de la escuela) pueden ayudar a los jóvenes de padres que abusan de sustancias controladas a sentirse menos solos, faltos de cariño y confundidos por las acciones de sus padres. Estos adultos comprensivos pueden hacerles entender que la situación por la que están pasando no es su culpa, ya que ellos no pueden curar a sus padres y probablemente no pueden mejorar lo que está pasando.

Los adultos pueden reconocer a los jóvenes que sufren de este tipo de problema si están atentos a señales como: llegar tarde a la escuela, la tendencia de mantenerse apartados de otras personas, inestabilidad en el desempeño académico y en otras funciones y/o el padecimiento de enfermedades físicas como dolores de cabeza o de estómago sin causa aparente. A veces, el mero hecho de conversar en un ambiente familiar o en la escuela sobre su situación particular es suficiente apoyo para un niño. En otras ocasiones, estos jóvenes necesitan ayuda a través de un grupo de apoyo como Alateen. Por ejemplo, una niña de 12 años que participa en un programa de apoyo para jóvenes de padres que abusan de sustancias controladas dijo: "El grupo es como una familia para mí. Está lleno de personas jóvenes que me entienden y me siento segura ahí. Frecuentemente me recuerdan que no es mi culpa y me brindan esperanza".
Los adultos comprometidos que trabajan a diario con hijos de padres que abusan de sustancias controladas se pueden convertir en un apoyo permanente para estos jóvenes.

Las sustancias adictivas y su consumo Cuarta Parte


Dos químicos que trabajaban para la
empresa Bayer, Emil Fischer y Joseph von Mering, 
encontraron en 1903 que el barbital 
 (uno de los derivados obtenidos del acido 
barbitúrico)
tenía un efecto sedante, por lo que 
este fármaco se comenzó 
a comercializar con el nombre de Veronal.

Sus creadores murieron siendo adictos 
a esta sustancia y probablemente por una 
sobredosis de la misma.
Clasificación

Estimulantes: cocaína, anfetaminas.
Depresores o sedantes: alcohol, barbitúricos (butisol, amytal, etc.)
Narcóticos: opio, morfina, heroína.
Alucinógeno: LSD, marihuana, peyote, hongos.
Solventes: thinner, pegamento, gasolina, aerosol, quita esmalte.

Barbitúricos

Son los fármacos más utilizados en los países desarrollados. En 1887 se describieron los primeros cuadros de dependencias a tranquilizantes como el paraldehído, habiéndose extendido posteriormente a sustancias como cloral, barbitúricos, bromureído, diacepan, meprobanato, matacuolona, etc. El consumo de estas sustancias está extendido en toda la población sin haberse detectado grupos sociales o de edad determinados, aunque están más predispuestas las mujeres. En pequeñas dosis se utilizan como ansiolíticos, es decir, como fármaco que mitigan la angustia e intranquilidad, y en grandes cantidades sus efectos son embriagadores, similares a los que puede producir el alcohol.

Estas sustancias provocan una dependencia física y psíquica, así como tendencia a aumentar el consumo por el grado de tolerancia que poseen. Los sujetos con base neurótica son los más predispuestos a la dependencia de esta sustancia, al desear aliviar la ansiedad que sufren. La mortalidad por sobredosis es elevada, siendo el tipo de fármaco más usado para el suicidio. El consumo simultáneo con alcohol es frecuente, creando interacciones potenciadoras de los efectos de ambas drogas, caracterizadas por trastornos en la coordinación psicomotriz y por el descenso del nivel de conciencia. A grandes dosis pueden presentarse cuadros comparables al "delirium tremens" del alcohol.
Determinados toxicómanos consumen esta sustancia en unión de otras como alcohol, café o anfetaminas, llegando a situaciones de perturbación psíquica y física muy importantes y afectando muy notoriamente el autocontrol. La dependencia aparece después de varios meses de haber ingerido dosis diarias, aunque depende del tipo de barbitúrico. El consumo continuado durante años llega a cambiar la personalidad, transformándola en más irritable, depresiva, y comporta pérdida de memoria y concentración. Con el tiempo los síntomas van instalándose en el sujeto pudiendo quedar una obnubilación mental permanente. En fases muy avanzadas aparecen crisis crepusculares, desorientación y alucinaciones que remiten en varios días tras disminuir o abandonar el consumo pero que pueden extenderse hasta dos meses.

Los barbitúricos son potentes depresores del sistema nervioso central y su potencial adictivo es muy alto. Actúan sobre los receptores GABA, que son receptores del ácido gamma-aminobutírico, que a su vez es el neurotransmisor inhibitorio más importante del sistema nervioso central. También actúan bloqueando los receptores de glutamato (neurotransmisor excitatorio), lo que potencializa su acción depresora. Sus efectos duran hasta 15 horas después de la ingesta.

Existen barbitúricos de acción corta y acción prolongada. Estas clasificaciones se hacen con base en el tiempo que tardan en abandonar el organismo del individuo, lo que es conocido como vida media de eliminación.

Efectos Inmediatos

Físicos
  • Efecto anticonvulsivo.
  • Somnolencia o coma.
  • Baja de la frecuencia cardiaca.
  • Descoordinación.
  • Respiración superficial.
  • Lentitud en el discurso oral.
  • Discurso poco claro.
  • Inhabilidad para controlar funciones corporales simples (caminar, equilibrio, etc.).
  • Mala articulación del lenguaje.
  • Marcha titubeante.
  • Sobredosis: coma con posibilidad de muerte.
  • Combinados con alcohol: coma con posibilidad de muerte.
Psicológicos
  • Alivio de la tensión y la ansiedad.
  • Somnolencia.
  • Alteración del nivel de conciencia.
  • Dificultad para pensar.
  • Disminución de la memoria.
  • Deterioro de la capacidad de discernimiento.
  • Sentimiento de borrachera / intoxicación.
  • Pereza.
  • Inestabilidad emocional.
Efectos y Secuelas a largo Plazo
Después de un periodo de abuso de barbitúricos, se presentan algunas de las siguientes secuelas físicas y mentales:

Físicos:
  • Adicción.
  • Cansancio crónico.
  • Falta de coordinación general.
  • Mareos.
  • Disminución de los reflejos y la respuesta a los estímulos externos.
  • Disfunción sexual.
  • Irregularidades menstruales.
  • Desórdenes respiratorios.
  • Daño hepático y renal.
  • Dolor en los huesos.
  • Pérdida del apetito.
  • Debilidad de los músculos.
  • Pérdida de peso (inusual).
  • Ojos o piel amarillos (debido a daño hepático).

Psicológicos:

  • Adicción.
  • Pérdida de la memoria.
  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Insomnio.
  • Irritabilidad.
  • Cambios en la lucidez mental.
  • Disminución en el desempeño
  • interpersonal.

Las sustancias adictivas y su consumo Tercera Parte

Clasificación


Estimulantes: cocaína, anfetaminas.
Depresores o sedantes: alcohol, barbitúricos (butisol, amytal, etc.)
Narcóticos: opio, morfina, heroína.
Alucinógeno: LSD, marihuana, peyote, hongos.
Solventes: thinner, pegamento, gasolina, aerosol, quita esmalte.

Marihuana

El cannabis sativa es un arbusto silvestre que crece en zonas templadas y tropicales, pudiendo llegar una altura de seis metros, extrayéndose de su resina el hachís. Su componente psicoactivo más relevante es el delta-9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), conteniendo la planta más de sesenta componentes relacionados. Se consume preferentemente fumada, aunque pueden realizarse infusiones, con efectos distintos. Un cigarrillo de marihuana puede contener 150 mg. de THC, y llegar hasta el doble si contiene aceite de hachís, lo cual según algunos autores puede llevar al síndrome de abstinencia si se consume entre 10 y 20 días. La tolerancia está acreditada, siendo cruzada cuando se consume conjuntamente con opiáceos y alcohol. Respecto a la dependencia, se considera primordialmente psíquica. Los síntomas característicos de la intoxicación son: ansiedad, irritabilidad, temblores, insomnios, muy similares a los de las benzodiacepinas.

Puede presentarse en distintas modalidades de consumo, sea en hojas que se fuman directamente, en resina del arbusto o en aceite desprendido de éste último. De la modalidad en que se presente la droga dependerá su denominación: "marihuana" es el nombre de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que después de secarse y ser tratadas pueden fumarse (también es conocida como "hierba", "marijuana", mariguana", "mota", "mafú", "pasto", "maría", "monte", "moy", "café", "chocolate", "chala", etc.; en inglés se la conoce como: "pot", "herb", "grass", "weed", "Mary Jane", "reefer", "skunk", "boom", "gangster", "kif", "ganja", etc.); su efecto es aproximadamente cinco veces menor que el del hachís. El nombre "hachís" (también conocido como "hashis") deriva de los (hashiscins) árabes, que combatieran en las cruzadas entre los años 1090 y 1256. El hachís se obtiene de la inflorescencia del cáñamo hembra, sustancia resinosa que se presenta en forma de láminas compactas con un característico olor. La marihuana es la forma más frecuente, conteniendo de 0,3 a 3,5 % de THC; la concentración de THC llega al 10 % en el hachís, siendo su efecto diverso según factores como la velocidad con la que se fuma, la duración de la inhalación, cantidad inhalada, tiempo que el consumidor retiene la respiración después de inhalar y el estado anímico del sujeto. El consumo oral, tanto de marihuana como de hachís, implica efectos psicológicos similares a los expresados en la forma fumada pero de mayor intensidad y duración y con efectos nocivos potenciados.

Terapéuticamente se aconsejó para tratamientos de insomnio y como sedante para el dolor. También se prescribió para terapias de patologías nerviosas, así como para el tratamiento de la tos, temblores en parálisis compulsivas, espasmos de vejiga e impotencia sexual que no provenga de enfermedad orgánica. Así mismo se recomendó como afrodisiaco, antineurálgico, tranquilizante para maníaco-depresivos, antihistérico, tónico cerebral, remedio para el vómito nervioso, epilepsia y enfermedades nerviosas. Estas recomendaciones fueron posteriormente desaconsejadas unánimemente por la medicina, estando en la actualidad en estudio sólo la legalización de un fármaco derivado de esta sustancia para mitigar los dolores en enfermos cancerosos. Este empleo terapéutico ha creado profundas polémicas. En la actualidad, los científicos sostienen que la marihuana no puede considerarse medicamento en ninguna de las formas en que es consumida por los adictos. Al tratar su posible uso como medicamento, se distingue entre la marihuana y el THC puro y otros químicos específicos derivados del cannabis. La marihuana pura contiene cientos de químicos, algunos de ellos sumamente dañinos a la salud. El THC en forma de píldora para consumo oral (no se fuma) podría utilizarse en el tratamiento de los efectos colaterales (nauseas y vómito) en algunos tratamientos contra el cáncer. Otro químico relacionado con el THC (nabilone) ha sido autorizado por la "Food and Drug Administration" de Estados Unidos para el tratamiento de los enfermos de cáncer que sufren náuseas. En su forma oral, el THC también se usa en enfermos de SIDA, porque les ayuda a comer mejor y mantener su peso. Los científicos estudian la posibilidad de que el THC y otros químicos relacionados con la marihuana tengan ciertos valores medicinales. Algunos piensan que estos químicos se podrían usar en el tratamiento del dolor severo, pero es necesario tener más evidencia antes de usarlos para el tratamiento de problemas médicos.

Las modalidades de marihuana disponibles a los jóvenes son más potentes que las que existían en la década del '60. Ello se debe a que los laboratorios clandestinos de los traficantes han conseguido realizar cambios a nivel genético en el cannabis mediante sofisticados métodos de biotecnología, resultando en una mayor concentración de THC. La potencia de la droga se mide de acuerdo a la cantidad promedio de THC que se encuentra en las muestras de marihuana que confiscan las agencias policíacas. La marihuana común contiene un promedio de 3,5 % de THC. El hachís (resina gomosa de las flores de las plantas hembras) puede tener hasta 28 % de THC. El aceite de hachís, un líquido resinoso y espeso que se destila del hachís, tiene un promedio de 16 % de THC, pero puede llegar a tener hasta 43 %.

El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad en recordar eventos recientes (como lo que sucedió hace algunos minutos), y dificulta el aprendizaje bajo influencia de la droga. Para que una persona pueda aprender y desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario que tenga una capacidad normal de memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la marihuana crea disfunciones mentales y disminución de la capacidad intelectual en las personas que la fuman mucho y por muchos años. En un grupo de fumadores crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenían mucha dificultad en recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las personas en el estudio también tuvieron gran dificultad en prestar atención a las pruebas que se les presentaron.

Es posible que la marihuana destruya las células de ciertas regiones especializadas del cerebro. En estudios científicos se observó que al someter a las ratas de laboratorio jóvenes al THC, presentaron pérdida de células cerebrales similares a las que se encuentran entre los animales viejos.

Existen serias preocupaciones por sus efectos a largo plazo sobre la salud. Exámenes hechos sobre 450 fumadores diarios de marihuana (que no fumaban tabaco) indican que en comparación con otras personas no fumadoras, dichas personas tenían más ausencias de trabajo por enfermedad y más visitas médicas por problemas respiratorios y otras enfermedades. Los resultados muestran que el uso regular de la marihuana o del THC son factores que provocan cáncer y problemas en los sistemas respiratorio, inmunológico y reproductivo:

Cáncer: la marihuana contiene químicos cancerígenos que también se encuentran en los cigarrillos, pero en mayores concentraciones. Los estudios muestran que quien fuma cinco cigarrillos de marihuana a la semana consume la misma cantidad de químicos cancerígenos que una persona que fuma un paquete de cigarrillos al día. El humo de la marihuana y del tabaco cambian los tejidos del sistema respiratorio. Hay evidencias de que el humo de la marihuana contribuye al desarrollo temprano del cáncer de cabeza y de cuello.

Trastornos reproductivos: la marihuana afecta las características y función sexual masculinas y femeninas. Se ha comprobado una estrecha relación entre su consumo y esterilidad. Las dosis altas de la droga pueden posponer la pubertad en los varones y tener efectos adversos en la producción de esperma. Entre las mujeres, puede cambiar el ciclo menstrual normal e inhibir la producción de óvulos. La supresión del consumo tanto de marihuana como de alcohol y otras drogas es fundamental para los tratamientos de fertilidad.

Trastornos inmunológicos: los estudios muestran que la droga impide la función normal de las células T, cuando se trata de defender al sistema respiratorio de ciertos tipos de infecciones. Las personas que tienen el virus HIV, o cuyos sistemas inmunes no funcionan adecuadamente deben evitar su uso.

Trastornos respiratorios: quienes fuman marihuana regularmente suelen tener los mismos problemas respiratorios que quienes fuman tabaco. Tienen síntomas como tos crónica y flemas (bronquitis crónica) y tienen más resfriados. El uso continuo de la marihuana puede resultar en función anormal de los pulmones y las vías respiratorias. Se ha encontrado evidencia de que el humo de la marihuana puede destruir o dañar el tejido pulmonar.

martes, 2 de octubre de 2012

Las sustancias adictivas y su consumo Segunda Parte

Clasificación

Estimulantes: cocaína, anfetaminas.
Depresores o sedantes: alcohol, barbitúricos (butisol, amytal, etc.)
Narcóticos: opio, morfina, heroína.
Alucinógeno: LSD, marihuana, peyote, hongos.
Solventes: thinner, pegamento, gasolina, aerosol, quita esmalte.

Alcohol

Las causas del alcoholismo son muy variadas, no habiendo acuerdo científico sobre este aspecto. Los factores cultural y biológico-genético explican gran parte de la patología. Esta adicción afecta a todas las clases sociales, por lo que no es aceptable una teoría que atienda al carácter sociocultural bajo como factor predisponente a la adicción, dado que en las clases altas el consumo es extensivo. En cuanto al nivel de estudios es evidente que la falta de escolarización y cultura condiciona la adicción, pero no es específico del alcohol, sino de todas las drogas. No se puede atribuir una explicación única de las toxicomanías, ya que influyen problemas sociales tan variados como el delito, los problemas familiares, el desempleo o la salud. La adicción al alcohol posee aspectos culturales importantes desde el momento en que el consumo es lícito y los menores, a pesar de las prohibiciones, no tienen problema para consumirlo. La publicidad y la permisibilidad aumentan el número de consumidores.

El perfil etiológico del alcohólico se hizo de diversas formas, atendiendo a teorías biológicas, socioculturales, económicas, ambientales y psicológicas. Las teorías dinámicas y psicopatológicas entienden que los alcohólicos llegan a la adicción condicionados por una patología anterior, que unida a situaciones ambientales desencadenan el fenómeno. El entorno familiar puede ser determinante: ante la situación familiar distorsionada el sujeto erige defensas psicológicas contra la ansiedad. Por otra parte, los menores tienden a seguir el ejemplo de sus mayores. Otros motivos del alcoholismo son los deseos de evasión y de autodestrucción, dados el gran número de suicidios que presenta esta enfermedad.

Se han logrado importantes progresos en la comprensión de la predisposición genética al alcoholismo. Estudios hechos sobre gemelos y hermanos mellizos indican que hay más de un gen responsable de esta predisposición. Las investigaciones no han descifrado exactamente la forma en que los genes actúan; aún se desconoce si los genes son específicamente determinantes del alcoholismo, o si interactúan en forma más general sobre el temperamento incrementando la vulnerabilidad. El éxito en el descubrimiento de los genes involucrados en la predisposición al alcoholismo ayudaría a reconocer los individuos vulnerables, y además ayudaría a prevenir y desarrollar tratamientos contra el alcoholismo.

Los efectos del alcohol son inmediatos debido a que es absorbido casi instantáneamente, pasando directamente al torrente sanguíneo. Al llegar al cerebro, narcotiza las neuronas dificultando primero e impidiendo luego la comunicación entre ellas. Esto se produce en primer término en las regiones del cerebro encargadas del razonamiento y otros procesos complejos. A medida que la alcoholización progresa se afectan las regiones primitivas.

Los estudios demuestran una disminución significativa en la capacidad de reacción ante estímulos visuales y auditivos, que explican la gran cantidad de accidentes que producen. La reacción auditiva disminuye en un 16 % con alcoholemia de 500 mg/I. Respecto a la coordinación y dirección, los tests acreditan un aumento de errores y disminución en la velocidad de ejecución, con deterioro de la capacidad de atención en un 30 %. Un 0,05 % de alcohol en la sangre deprime las respuestas aprendidas recientemente, disminuyendo las inhibiciones y restricciones sociales y afectando al juicio. A un nivel de 0,10 % se narcotizan los centros cerebrales más antiguos y se dificultan relativamente la locución y la actividad motora. Un 0,20 % afecta profundamente el área motriz del cerebro y 0,30 % altera gravemente la percepción sensorial, entrando en un estado de estupor. A nivel de 0,40 % prácticamente se anula la percepción y la persona se encuentra narcotizada y en coma. Con niveles del 0,60 al 0,70 se afectan los centros cerebrales primitivos que controlan la respiración y la frecuencia cardiaca, y sobreviene la muerte.

La tolerancia al alcohol se desarrolla en un periodo de entre 5 y 10 años, por lo que no pueden predecirse resultados inmediatos. Durante este tiempo, el adicto comprueba que con la misma cantidad o incluso más se obtienen menos resultados. Ello lleva a la convicción errónea de que al sufrir respuestas menores la nocividad del tóxico también lo es, entendiendo que se resiste mejor la droga. Las últimas investigaciones indican que la tolerancia se relaciona con las funciones del sistema nervioso central y con el proceso hepático. El hígado se deteriora por la absorción del tóxico, evitando parcialmente el deterioro en otras zonas del cuerpo, especialmente el cerebro. Uno de los primeros síntomas del avance de la patología son las amnesias alcohólicas que se caracterizan por ser totales. No obstante, el sujeto puede realizar actividades que precisan cierta racionalización, como tratos económicos o mantener conversaciones. La toxicomanía alcohólica sufre varias etapas hasta llegar a su cronicidad; se han descrito cuatro fases:

a) Prealcohólica: su duración oscila entre seis meses y dos años durante los cuales la bebida es usada para rebajar la tensión y aliviar el nerviosismo y la ansiedad. El sujeto comienza a sentirse diferente de sus amigos, advirtiendo un rechazo por parte de la sociedad al tiempo que aumenta el autodesprecio. Se comienza a ser consciente del problema del alcohol, pero no se encuentran soluciones y persiste el consumo.

b) Promódica: la extensión es de dos a cinco años. El alcohol pasa a ser una droga necesaria, apareciendo los primeros síntomas graves. Se manifiestan periodos de amnesia (apagones, tinieblas) y signos de lesión cerebral. Se sufren sentimientos de culpa, remordimientos, estados crepusculares. Se produce una perturbación psíquica en el agente. Se incrementan los hechos delictivos y los accidentes de tránsito y laborales.

c) De toxicomanía crucial: se caracteriza por la pérdida del autocontrol, eliminándose la capacidad inhibitoria, con conducta autojustificable del abuso del alcohol. Se pierden la autoestima y seguridad en uno mismo. El sujeto puede asumir actitudes de grandiosidad, gestos extravagantes, discursos grandilocuentes u ostentaciones, y atribuye la culpa a los demás, con signos agresivos tales como insultos y humillaciones que suelen desembocar en violencia física. La interpretación es paranoide, existiendo la sensación de persecución por los demás. Persisten la lástima de sí mismo y los remordimientos. Se pierde el interés por las cosas, excepto por el alcohol que pasa a ser el centro de la vida del sujeto. Se producen lesiones orgánicas que producen trastornos de toda la personalidad. Los celos, la conducta paranoide, la agresividad son síntomas graves de la patología mental.

d) Crónica: se produce una destrucción progresiva de la moralidad, con debilitación grave de las facultades mentales, pensamiento confuso, lento y prolongado. Aparecen las psicosis alcohólicas, alucinaciones, depresión y delirios. El sueño es conflictivo, con pesadillas y miedo infundado, crisis de angustia y confusión de ideas.

Se asocian íntimamente al consumo y abuso de bebidas alcohólicas: muerte súbita; síndrome de alcoholismo embrio-fetal; dipsomanía; cáncer: bucal, de esófago, de estómago, de páncreas, de hígado; cirrosis hepática; coma alcohólico; intoxicación letal aguda; "delirium tremens" ; enfermedad de Wernicke o poliencefalitis hemorrágica superior; alucinosis alcohólica; demencia alcohólica; trastorno amnésico alcohólico o psicosis polineurítica de Korsakoff; enfermedad de Marcchafava y Bignami; esclerosis cortical laminar de Morel, mielinólisis; angustia; depresión con sintomatología somática; depresión secundaria en enfermedades orgánicas; y otras.

La recuperación del alcohólico consta de diferentes etapas. Inicialmente el tratamiento se realiza bajo estricto control médico. La terapia consiste en la total supresión de su consumo coadyuvado con dietas especiales que equilibran el organismo. Paralelamente, puede ser necesario el uso de fármacos que disminuyan los temblores nerviosos y otros síntomas de abstinencia. Logrado un equilibrio metabólico y psicológico aceptable, comienza el tratamiento psiquiátrico que normalmente.